La Pena ha muerto

El libro aquí presentado no es solamente una obra jurídica. Diría que en partes iguales, constituye también un pequeño tratado filosófico. En esto también se destaca Erick González Rado, al acudir permanentemente, con una notable erudición, a las bases filosóficas del saber penal. En el pensamiento del joven fiscal de Huánuco reverberan Bentham, Pufendorf, Romagnosi y Beccaria. Se trata en este sentido, de una obra profundamente iluminista, una obra que se basa y que promueve el humanismo que proviene del movimiento de la ilustración (aufklärung), que tuvo en las revoluciones norteamericana y francesa su crisol político, y en De los Delitos y de las Penas su proclama más acabada de un Derecho Penal que en aquel momento (1766) estaba aún en formación, y que hoy, pese a haberse consolidado, siempre está en riesgo de ser colonizado por teorías que lo alejen o lo inhiban de su función principal, que lo conviertan en un instrumento más de dominación, de opresión… el trabajo de González Rado ancla el discurso penal en la senda iluminista, en la mirada siempre negativa y preocupada por la violencia que emana del sistema penal, en la desconfianza por los discursos legitimantes del castigo penal (de ahí el impactante nombre que lleva la obra), y aconseja al lector –y uno intuye que lo hace con esa amplia y afable sonrisa que lo caracteriza cuando Erick despliega sus argumentos– que desoya los cantos de sirenas de esos nuevos ropajes discursivos penales funcionales al neoliberalismo económico, legitimantes en definitiva de mayores cuotas de sufrimiento y de exclusión para toda nuestra región. Bienvenido sea entonces este trabajo al acervo del Derecho Penal liberal, humanista y latinoamericano.